La industria avícola es fundamental para la producción de alimentos en todo el mundo. Sin embargo, como cualquier sector animal, enfrenta desafíos ambientales significativos que requieren soluciones sostenibles. Por ende, la innovación contribuye a reducir el impacto, con énfasis en la eficiencia y en el bienestar.
Al igual que otros sistemas, como la ganadería intensiva, la avicultura plantea grandes retos. Uno de ellos, son las emisiones de gases de efecto invernadero, procedentes de la la cría y la producción de piensos.
Además, el consumo de agua y energía se suma a la presión sobre el uso adecuado de los recursos naturales. Otro aspecto importante es la gestión apropiada de los residuos generados por la industria, incluidos los desechos de las aves y los subproductos.
¿Qué es avicultura sostenible? Una de las áreas clave, es la mejora de la eficiencia energética en los sistemas de producción, mediante la implementación de tecnologías más eficientes y el uso de fuentes de energía renovable. Esto no solo reduce el impacto ambiental, sino que también genera ahorros significativos en los costos de energía a largo plazo.
Por otro lado, el manejo adecuado de los residuos en la industria avícola implica la implementación de sistemas de tratamiento y compostaje. Por supuesto, incluye el uso de componentes para la producción de biogás o fertilizantes orgánicos.
Algunas granjas optan por aplicar biotecnologías para la bioconversión y el reciclaje de orgánicos. Estas prácticas no solo ayudan a reducir la contaminación, sino que producen ingresos adicionales. Dependiendo del sistema de alojamiento de las aves, puede haber consecuencias relacionadas con la polución por fósforo, nitrógeno, partículas o metales.
Vale recalcar que diseñar un entorno adecuado para pollos de engorde, con espacio suficiente para moverse y descansar, elimina el estrés y las enfermedades. Del mismo modo, mejora la salud y minimiza el uso antibióticos, entre otros medicamentos.
Aparte de proteger el ambiente, el objetivo de un enfoque sostenible es promover una producción de alimentos más responsable e incluso, estable y segura para las futuras generaciones.
En efecto, la tecnología debe ser compatible con el medio rural. En este sentido, hay otra serie de factores vinculados con la rentabilidad y la optimización. De acuerdo con las investigaciones, la demanda de pollo y huevos va en ascenso. Esto obliga a abarcar otros ámbitos, de índole económico y social, estudiando el concepto de sostenibilidad, desde un punto de vista holístico.
Aunque la producción avícola ha estado en línea con los objetivos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), se ha visto presionada para mantenerse al margen frente al cambio climático. La pérdida de la biodiversidad y la explotación de la tierra son otros aspectos esenciales, por lo que a diario se unifican esfuerzos.
Sin embargo, la ecuación resulta compleja. Evidentemente, trabajar de forma sostenible requiere de equilibrio para la empresa privada. Los ingresos deben ser mayores que los gastos, de modo que la productividad y la eficiencia a diario se vinculan con el tema del manejo y el control de enfermedades.
Si bien es cierto que la industria avícola representa para el consumidor una fuente bastante accesible de proteínas, el productor debe ingeniárselas para garantizar el retorno de la inversión.
En la visión social de la sostenibilidad, se toma en cuenta tanto la implantación de entornos seguros para los operarios, como la cadena de valor y la inocuidad de los alimentos. Por ende, el alcance de la avicultura se mide en diferentes dimensiones (ambiental, económica y social), todas relacionadas con la producción.
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