La aplicación de probióticos en la avicultura es concebida como una estrategia, para reducir el uso de antibióticos promotores de crecimiento (APC). En lo que respecta a las aves, el manejo en las granjas es mucho más exhaustivo y riguroso, debido a su propia naturaleza. En condiciones extremas, el estrés por calor, entre otras variables, conduce a enfermedades y, por ende, a grandes pérdidas económicas.
Según datos revelados por la Cumbre Avícola Internacional (2019), Latinoamérica ocupa el segundo lugar en producción avícola a nivel mundial, por lo que se enfrenta a grandes desafíos. Generar proteína de alto valor, es un gran compromiso que asume el sector, por lo que satisfacer el consumo y la demanda emergente sólo es posible con la innovación.
Inevitablemente, el cambio climático obliga a cambiar las prácticas para favorecer el proceso de adaptación de las aves. La salubridad de un lote puede estar condicionada por ciertos factores, en especial si hay presencia de elementos patógenos. Al vulnerar su sistema inmune, aumenta la exposición y aparición de enfermedades de origen digestivo y bacteriano.
Al igual que sucede con otros sistemas de producción, el uso de probióticos en la avicultura incide directamente en la conversión alimentaria. Desde hace años, el uso desmedido de los antibióticos, con fines terapéuticos, se convirtió en una tendencia. Sin embargo, con el pasar del tiempo, los pollos desarrollaron resistencia bacteriana, mientras que los microorganismos evolucionaron de forma cruzada.
Aunado a ello, el consumo se vio perjudicado por residuos de antibióticos en la carne, lo que puso en riesgo la salud de la población, al generar predisposición y resistencia en los genes humanos. Esto se hizo evidente en el 2006, cuando se elevó el caso a la Comunidad Europea.
Frente a esta realidad, países como Estados Unidos aún no terminan de prohibirlos por completo. Los brotes de Salmonella están proliferando sin control, aunque se incremente, sin medida, la dosis de estos fármacos.
Según investigaciones, al suministrar dosis razonables de microorganismos vivos, el resultado es favorable es cuanto a parámetros de salud. Además, desde el punto de vista económico, es una opción factible que contribuye con el crecimiento y desarrollo óptimo de los pollos de engorde.
Para que el uso de probióticos en la avicultura sea rentable, el productor debe corroborar las siguientes condiciones:
Para ello, se practica:
Dicho esto, el fin de utilizar probióticos en pollos, es lograr el balance intestinal ideal para facilitar que el animal absorba la totalidad de los nutrientes presentes en el alimento. A la larga, se verá reflejado en el rendimiento del lote y en el fortalecimiento de su sistema inmunológico.
Para afianzar esta estrategia de probióticos en la avicultura, se requiere de una selección exhaustiva. El control biológico se alcanza mediante ensayos de laboratorio -con pruebas de fitopatología- que permiten seguir de cerca la evolución de las cepas. Es común que muchas de ellas compitan por supervivencia. Lo cierto es que deben ser fácilmente manejables, en términos de transporte y almacenamiento industrial.
La dinámica de las empresas y el activismo de los consumidores, le exige al productor transparencia al suministrar proteína saludable y libre de antibióticos. En las dosis adecuadas, un probiótico concede protección intestinal, manteniendo el equilibrio ideal para erradicar los patógenos.
Los resultados han sido exitosos al evaluar la capacidad digestiva del animal y la tasa de mortalidad. De hecho, si se inicia su aplicación durante la fase de eclosión, los probióticos son más efectivos, ya que la reducción de costos es evidente. Todo parece indicar que hay un mercado receptivo a la comercialización de carne y huevos libres de APC.
La aplicación de probióticos en la avicultura es una metodología viable para reducir pérdidas, logrando efectos mucho más potentes que los de un antibiótico. Estabilizar la flora intestinal de las aves, es posible al introducir de forma natural el ácido láctico, que favorece el rendimiento productivo.
Por otro lado, los investigadores insisten en buscar más alternativas que arrojen resultados similares a los promotores de crecimiento. En vista de que tanto las dosis, como los microorganismos son variables, al igual que los métodos para suministrarlos, es complejo estandarizar esta práctica en la industria avícola. La dieta del animal es determinante, al igual que el entorno donde se desarrolla.
Visto de esta manera, los probióticos en la avicultura son de gran provecho en ambientes intensivos. Al mantener la integridad de las mucosas y del sistema digestivo, es más fácil dominar la dieta y la funcionalidad de los nutrientes. Los especialistas en microbiota, recalcan que es oportuno analizar otras variables que interactúan con la flora intestinal.
Lo cierto es que hoy en día, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (ONUAA) confirma que los probióticos confieren un beneficio en la salud del huésped y son favorables para el consumo humano. Las bacterias más utilizadas, se derivan de Bifidobacterium, Enterococcus, Lactobacillus, Lactococcus, Pediococcus y Streptococcus.
Del género que se elija, dependerá el efecto metabólico. Al controlar las variables productivas (métodos de cría y condiciones sanitarias), se puede alcanzar el peso deseado, con una ganancia significativa, después del suministro de probióticos en pollos de engorde.
Y en cuanto a las gallinas ponedoras, la conversión alimenticia también mejora significativamente, al igual que la producción de huevos. Con base en la precisión, consistencia, efectividad y eficacia, los científicos continúan sus análisis del uso de probióticos en la avicultura, con la misión de consolidar el potencial de la industria.
En el siguiente webinar, Carolina Romero, médico veterinario con experiencia en el área avícola, explicará todo lo relativo al protocolo de sanidad aviar.