Un sistema de producción sustentable se rige por una serie de normas que se enfocan en la salubridad y en el bienestar animal.
Desde hace años, el uso de antibióticos para pollos ha sido un tema muy controversial, en virtud de quienes se oponen a estas prácticas de salubridad por considerar que atentan contra el organismo humano, una vez que el producto es consumido. Sin embargo, en materia de bienestar animal, ha surgido la necesidad de certificar proteínas de calidad, con miras a ofrecer un producto apto en el mercado.
En la actualidad, se han consolidado diferentes esquemas de producción de pollos de engorde, unos con prácticas convencionales y otros que excluyen por completo el uso de los antibióticos. Precisamente, en aras de presentar modelos equilibrados, el Instituto Nacional de Investigación y Educación sobre la Resistencia a los Antimicrobianos (Niamrre) efectuó una interesante propuesta, con la intención de ampliar el abanico de posibilidades de los consumidores, al momento de elegir un producto.
Pollos con antibióticos
Es común que muchos sientan confusión al momento de analizar las etiquetas de las proteínas, debido a que el marketing hace de las suyas, en algunos casos, presentando ofertas engañosas para mantener la fuerza de ventas. Pero, por fortuna, Estados Unidos se ha convertido en un ejemplo a seguir por la forma en que suministra los antibióticos, lo cual ha sido determinante para los productores.
Entre tanto, los expertos señalan que a nivel internacional, es complicado describir la experiencia con alimentos totalmente libres de antibióticos, debido a que los costos son elevados y las líneas orgánicas se limitan a comercializar a menor escala. Esto indica que, desde el punto de vista operacional, la industria aún enfrenta un gran desafío.
Más allá de satisfacer los caprichos de los activistas, subrayan que el bienestar animal debe ser la prioridad en todo sistema de explotación. Debido a la innovación, han surgido nuevas prácticas que transforman por completo el manejo de la avicultura, sustentado en la certificación animal.
Es así, como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), considera crucial prevenir, controlar y tratar las enfermedades durante el ciclo de producción animal, por lo que han unificado esfuerzos para colocar en manos de los productores los insumos necesarios para un manejo sanitario adecuado. En efecto, la salubridad en las instalaciones de cría y engorde de pollos hará que los clientes cuenten con un mecanismo de abastecimiento efectivo, sustentado en la confiabilidad del consumo.
Nunca con Antibióticos (NAE)
Desde el 2010, prácticamente se ha convertido en tendencia la comercialización de pollo con la denominación de “Sin Ningún Antibiótico”, por lo que se incrementa su valor, enfatizando en que no se utiliza en ninguna fase del sistema de producción. Con el tiempo, la etiqueta varió con la acotación “Nunca con Antibióticos” (NAE), lo que ha sido una clara directriz vigente en Estados Unidos.
Cuatro años después, las investigaciones demostraron que tan solo el cinco por ciento de los pollos de engorde disponibles en el mercado, estaban libres de antibióticos, mientras que para el 2020, un poco más del cincuenta por ciento comenzó a venderse con la etiqueta de NAE.
Lo cierto es que un mínimo porcentaje de esta proteína cumple con este parámetro. Las etiquetas únicamente son asignadas a los cortes más valiosos, cuyo precio es alto porque se trata de carne blanca sin hueso, como por ejemplo, la pechuga. Además, quedó demostrado que las grandes cadenas de alimentos se benefician con esta denominación atendiendo a simples categorías de marketing para captar más clientes.
Uno de los atributos más buscado por los consumidores en la carne de pollo, es esta etiqueta que ven como sinónimo de calidad. De hecho, más del 70 por ciento de los clientes consideran que al adquirir productos NAE consumen proteínas libres de residuos nocivos para la salud.
Objeciones
Aunque algunos atribuyen la resistencia de las bacterias al uso de antibióticos en pollos de engorde, debido a que según, fomentan las mutaciones y ocasiona el mismo efecto en los humanos tras el consumo, las nuevas tendencias apuntan hacia la racionalización en el uso de estos fármacos.
Ciertamente, las investigaciones confirman que suministrar antibióticos en la cría avícola es seguro, debido a que permite combatir enfermedades de manera oportuna, en lugar de utilizarse únicamente para incentivar la ganancia de peso. Es común emplearlos en el tratamiento de enfermedades respiratorias en aves con su respectiva dosificación.
“Afirmaciones de Ausencia”
Las etiquetas con “Afirmaciones de Ausencia” también abundan como estrategias de marketing. Significa que determinado compuesto no ha sido utilizado en la elaboración del producto, pero el margen de credibilidad se reduce y los productores ven con preocupación que el desconocimiento de los consumidores es grande, al ignorar cómo se llevan a cabo las prácticas de producción animal.
Y es que, al ser consultados sobre el tema, los compradores manifiestan que desconocen las regulaciones de la FDA en cuanto al retiro obligado de los antibióticos antes del procesamiento de los animales, precisamente para garantizar un producto apto para el consumo, libre de químicos y otras partículas.
De hecho, las normas sanitarias en cuanto a la cría de pollos son lo suficientemente enfáticas, pues establecen que para que un pollo salga a la venta libre de antibióticos, se debe suspender el suministro de los mismos dos semanas o quince días ante de la matanza, a fin de que pueda liberar todas las trazas de fármacos ingeridos mediante las heces y la orina.
Además, ha quedado demostrado que en gran parte de los casos, es nula la resistencia antimicrobiana que una persona puede desarrollar mediante la posible ingesta de patógenos presentes en la carne de pollo. La industria es cuidadosa al utilizar los antibióticos de forma responsable, bajo la asistencia de un veterinario.
En líneas generales, si un productor tiene un buen manejo de sus animales, no tendrá necesidad de aplicar tantos antibióticos en su granja. Sólo en algunas regiones, aún prevalece el uso indiscriminado de los mismos por la falta de especialistas en medicina veterinaria, lo cual hace que muchos actúen al azar, pensando que pueden prevenir con base en la “experiencia”.
Por fortuna, las grandes empresas han implantado esquemas organizados, donde la cadena desde las madres -hasta las madres comerciales- están sanas, por ende, en teoría, el consumo de antibiótico es menor. La clave está en el manejo y en la pericia para establecer controles oportunos a nivel de campo.
Pérdidas para la industria
Detrás de quienes se escudan en los programas NAE, hay una serie de resultados para nada alentadores, que se derivan de prácticas de manejo animal erróneas. El bienestar y la salud de los pollos se han visto comprometidos al estudiar las tasas de mortalidad anuales durante el proceso de crianza.
De acuerdo con el Consejo Nacional de Producción de Pollo, las pérdidas en Norteamérica se elevaron en más del 5 por ciento en el 2018, justo cuando más del 50 por ciento de la producción salió al mercado con la etiqueta NAE. Esto realza la necesidad de implementar planes oportunos de supervisión a cargo de veterinarios para el uso eficiente y justificado de antibióticos en la industria avícola.
Una propuesta equilibrada
Los aficionados a la avicultura, han comprendido la importancia de empoderar a los consumidores, a fin de que tomen decisiones acertadas al contar con información de primera línea. En este sentido, realzan que es fundamental exponer las prácticas de manejo en pollos de engorde, dando a conocer la normativa animal.
Bajo esta visión, ha nacido el programa One Health Certified, que cuenta con la participación de un panel de expertos con experiencia en la industria agropecuaria, especialistas en bienestar animal. Recalcando que la prioridad es proteger a los animales a través de un manejo adecuado, manifiestan que es importante el control de las enfermedades.
En la producción de pollos de engorde, las prácticas responsables permitirán afianzar toda la cadena de suministro de proteína, esto sujeto, por supuesto, a labores de auditorías por parte de entes certificados, con competencia en la materia, dedicados además, a garantizar el equilibrio entre el ambiente y la salud de los consumidores.
Con la intención de combatir la ambigüedad en las etiquetas de los productos cárnicos, este programa logró implementarse a principios del 2020, infundiendo la confianza necesaria al cumplir con un protocolo de salubridad, sujeto a la mejora continua y al aval de científicos y expertos.
Autoría: AmericaAgro
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