Las medidas se enfocan en la salud y el bienestar
En función de mantener la salubridad durante las faenas de producción animal, el tema de la bioseguridad ha cobrado más vigencia en los últimos años, ante el esfuerzo de muchos por la activación de prácticas preventivas que permiten minimizar posibles riesgos para la salud.
El control de elementos patógenos es esencial en las granjas de modo que la morbilidad y la mortalidad pasan a ser estadísticas sometidas a un control exhaustivo para alcanzar el máximo rendimiento y sanidad animal, mientras se introducen en el mercado productos de primera calidad.
Las medidas de bioseguridad pueden variar entre las distintas unidades de producción, pues se trata de un protocolo que está sujeto directamente al tipo de instalación y a la cantidad de animales que se incorporan en cada rebaño. Restringir al máximo el contacto, es esencial, al igual que la formación del personal para que aplique de forma óptica cada uno de los parámetros.
Un protocolo exitoso de bioseguridad es aquel que reduce al máximo el contagio de enfermedades infecciosas que en la mayoría de los casos, son ocasionadas por hongos virus y bacterias que van ganando terreno en las unidades de producción, ya sea bovinas, porcinas o avícolas.
La crianza está estrictamente regulada por directrices internacionales que la certifican (sello Certified Humane) y que se enfocan en el bienestar animal, lo que abarca, además, el sacrificio y otras prácticas para preservar la seguridad y evitar la contaminación de los ambientes vinculados con cada etapa de producción.
El monitoreo constante de las instalaciones es fundamental, sustentado en un sistema de calidad que permita verificar el respectivo aislamiento y la distancia que se requiere para evitar la propagación de agentes infecciosos. También se le debe hacer seguimiento al cercado, a la desinfección y al lavado de áreas y vehículos, el manejo sanitario entre los diferentes lotes de animales y la aplicación de los programas de vacunación.
Aunado a ello, deben restringirse las visitas, chequear que se cumpla con toda la normativa de control sanitario, la identificación y el tratamiento de animales que se enfermen, la utilización de agua potable, la higiene en la alimentación, la evaluación de los ingredientes que se utilizan en cada programa alimenticio, los cuales deben ser de calidad y por último el manejo de efluentes y residuos.
Gracias a las medidas de bioseguridad, es posible anticiparse a las pandemias y prevenir brotes indeseados como por ejemplo, la gripe aviar, el Síndrome Respiratorio Agudo (SARS), el Ébola, la enfermedad de Aujeszky o la peste porcina. Al satisfacer los requerimientos básicos de los animales, es posible infundir el bienestar.
De esta manera, los animales de engorde logran desarrollarse a plenitud. Esto, sin duda, se ve reflejado en el producto final, ya que se minimizan las pérdidas y se logra satisfacer una cuota importante de mercado, garantizando la salud de los consumidores.
Además de incidir en la factibilidad de la industria, las medidas de bioseguridad agropecuaria impiden que se trasladen intencionalmente o no restos de virus. A través de la cuarentena, la valoración médica y sanitaria se programan una serie de actividades de desinfección, desparasitación y aislamiento preventivo.
En lo que respecta a los cerdos, el cuidado debe ser exhaustivo en las granjas, en función de evitar amenazas sanitarias. Todo el personal, tanto los propietarios, como el administrativo, médico y operadores deben implementar las medidas y prohibir el ingreso de personas y vehículos ajenos a las instalaciones.
La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) (2010), señala que la bioseguridad puede ser interna y externa. Contempla una serie de factores que van desde la segregación, limpieza, desinfección, identificación de agentes infecciosos y posibles rutas de transmisión. Para ello, se utilizan una serie de equipos y herramientas como arcos sanitarios, mallas de separación perimetral, pediluvios, vados, regaderas para el acceso, productos germicidas, desinfectantes, ropa y calzado exclusivo de la granja. Igual de importante es tener agua potable con salida a presión en el lugar.
Todos los rincones de la granja deben ser lavados y desinfectados, incluyendo los implementos como las jaulas, los tapetes y los comederos. Lo mismo aplica para las áreas de difícil acceso, que posteriormente deben ser ventiladas y sometidas a un proceso de secado que es de dos días como mínimo. Los pisos, el techo y las paredes se deben desinfectar (a presión) para remover partículas orgánicas, esto según el manual de bioseguridad para empresas porcinas.
Sistemas efectivos
En las unidades de producción porcina se pueden aplicar diferentes sistemas de bioseguridad veterinaria. La elección de los mismos depende de las condiciones del sitio, pero los más comunes tienen que ver con la producción en fases, el sistema todo dentro-todo fuera, la limpieza y el lavado de vehículos.
Producción en fases
Bajo este parámetro se separan los animales por la edad, a fin de trabajar con diferentes grupos. Así, se habilita el área de reproductoras, gestación, maternidad, zona de servicios, área de destete, zona de crecimiento, engorde y faena. En ocasiones, se les suma la sección de hembras de reemplazo, donde se preparan los ejemplares para incluirlos en el programa reproductivo, sujeto a un tratamiento genético y nutricional especial. Cada sitio debe tener entre sí, una separación mínima de 3 ó 5 kilómetros, con personal exclusivo para cada locación.
Sistema todo dentro- todo fuera
Mediante este protocolo de bioseguridad en porcinos, se pretende evitar la propagación de enfermedades, rompiendo con modelos tradicionales de flujo continuo, donde los animales más jóvenes son expuestos a elementos patógenos presentes en los cerdos mayores, lo que incide considerablemente en la ganancia de peso.
Ahora, al conformar grupos con las mismas edades, los cerdos se manejan por etapas hasta que finaliza el ciclo, sin introducir animales nuevos. Después inician las labores de lavado, desinfección y secado de áreas para el ingreso de nuevos grupos.
Producción en bandas
Con este criterio, se destetan los animales al mismo tiempo, estableciendo fechas y lapsos regulares. Los lechones son llevados a un área acondicionada, mientras que los animales de engorde van a otro lugar, sin mezclarlos. Esto permite ajustar la granja a los requerimientos productivos de cada etapa y afianzar las labores sanitarias.
Limpieza de vehículos
Como usualmente los vehículos recorren largas distancias, existe un riesgo de que se conviertan en transporte de virus y bacterias, por lo que deben ser lavados con agua – a presión- antes de entrar a la granja. Se recomienda hacerlo con agua caliente, para remover restos orgánicos, incluyendo las ruedas y la carrocería para evitar la contaminación.
Entre los desinfectantes, se pueden emplear fenoles, cresol, hidróxido o hipoclorito de sodio, formaldehido o los cuaternarios de Amonio de cuarta y quinta generación, que son más recomendados porque no irritan, son efectivos, tienen amplio espectro, son biodegradables y no corroen.
Ante la competitividad de la porcicultura, es esencial poner en práctica las medidas de bioseguridad, a fin de alcanzar el éxito y los resultados deseados, independientemente del sistema de producción, es vital el control sanitario para que el negocio sea rentable.
Autoría: AmericaAgro