Es importante validar la conexión directa que existe entre una correcta gestión de la bioseguridad en granjas avícolas y los resultados productivos. Porque una mala gestión en en términos de bioseguridad causan un sin fin de problema sanitario, ya sea en un aumento de la tasa mortalidad o de una forma sigilosa como una ligera caída en los índices de conversión en pollo de engorde o en gallinas de postura.
La teoría radica en aquello que más vale prevenir que curar. Si los agentes patógenos nunca llegan a los animales, estos no tendrán que ser tratados de enfermedades, así que no perderemos productividad ni tendremos que gastar en tratamientos: lo que no se invierte para la bioseguridad en granjas avícolas se convertirá en una factura de gastos y tratamientos veterinarios.
Aunque tampoco hay que pasarse. Si sólo nos centráramos en la bioseguridad, poco dedicaríamos a otros trabajos. De todo lo que se recomienda, no todo es igual de importante. Conviene priorizar para optimizar la repercusión de nuestros esfuerzos. Cada situación es distinta. Los riesgos a los que está sometida una granja no son los mismos que los acechan a otra.
Análisis sobre cuáles son nuestras amenazas y capacidades de acción para no desperdiciar esfuerzos
De todos los riesgos a los que se somete a los animales, el principal por frecuencia y gravedad son las labores humanas: desde la descarga de los pollitos, hasta la carga para llevarlos al matadero pasando por las rutinas diarias y las visitas.
Diversos estudios señalan la importancia de la higiene del personal cuando se entra en contacto con los animales en la introducción de enfermedades en el lote (el uso de ropa y calzado exclusivos, el lavado de las manos).
Pero quizás el aspecto más insistido por los técnicos, y más descuidado por todos en la práctica, es la cuestión de los accesos: el acceso de vehículos al recinto de la granja y el acceso de visitas a los espacios de alojamiento de los animales. Los galpones comunes hoy en día suelen ser cerrados al exterior, de forma que es difícil la entrada inadvertida de animales al recinto donde se encuentran las aves. Sin embargo, las visitas parecen tener una especial habilidad para saltarse todas las barreras sanitarias que ponemos entre ellas y los animales.
Para evitar que el galpón sea foco de enfermedades para el nuevo lote después de vaciar debemos barrer a fondo, limpiar a fondo con detergente y agua caliente, desinfectar y dejar reposar.
Controlar los accesos a nuestra granja debería ser nuestra principal política preventiva sanitaria. Reducir las visitas a las imprescindibles y prohibir la entrada a vehículos que no requieran imperativamente el acceso al recinto es quizás lo principal. Pero el uso de desinfectantes (en el lavado de manos, pediluvios, rodiluvios y arcos de desinfección) no debe descuidarse. Tan importante es elegir un buen producto como usarlo adecuadamente (dilución y renovación). En cualquier caso, primero conviene gastar en desinfectantes para no terminar necesitando antibióticos. Es más, muchas de las enfermedades son causadas por virus, para los cuales no existe otra estrategia de combate que la prevención.
Fuente:
https://avicultura.info/mayor-bioseguridad-en-granjas-avicolas-restringir-acceso/